Ir al contenido

Página anterior


Chakra del corazón (Anāhata)

El chakra del corazón, o Anāhata, es el cuarto centro energético del cuerpo, situado en el centro del pecho. En sánscrito, «Anāhata» significa «soplo no golpeado», lo que simboliza un estado de paz interior y amor incondicional, que no se ve perturbado por los conflictos externos. 

Este chakra es la sede del amor incondicional, la compasión, la sanación y el equilibrio entre uno mismo y los demás. Es el centro de nuestras relaciones afectivas y espirituales, conectando los chakras inferiores, asociados con la supervivencia y la identidad física, con los tres chakras superiores, relacionados con la espiritualidad y el despertar de la conciencia.

Situado en el centro del pecho, Anahata está asociado con el corazón, los pulmones y todo el sistema circulatorio y respiratorio. La glándula asociada es el timo, que desempeña un papel crucial en el sistema inmunológico, lo que favorece la salud general.

Este chakra es único porque a menudo se representa con dos colores : el verde y el rosa

El verde encarna el amor expansivo y la energía del dar. Asociado al elemento aire, representa la naturaleza y la generosidad, simbolizando nuestra capacidad para ofrecer amor, compasión y sanación a quienes nos rodean. El verde es el color de la apertura, el crecimiento y la armonía, invitándonos a dar sin esperar nada a cambio, al igual que la naturaleza da sin reservas..

El rosa, Por su parte, está relacionado con el amor receptivo, la ternura y la aceptación. Representa la dulzura del amor que recibimos, ya sea de los demás o de nosotros mismos. Este color nos ayuda a abrirnos a la sanación emocional, al amor propio y a aceptar plenamente los sentimientos positivos. El rosa encarna así la capacidad de acoger el amor con benevolencia, al tiempo que cultiva una profunda autocompasión.

Estos dos colores, en armonía, simbolizan el flujo esencial del chakra del corazón: el equilibrio entre dar y recibir amor.

El mantra Beej YAM se utiliza para activar y equilibrar este centro energético, que se manifiesta simbólicamente mediante un loto de doce pétalos, que representa la expansión del amor y la compasión.

El elemento asociado al chakra del corazón es el aire, que simboliza la ligereza, la libertad y la circulación de las emociones a través de nuestras relaciones e interacciones con el mundo. 

El octaedro, sólido de Platón asociado a este chakra, representa el equilibrio, la ligereza y la circulación de las emociones. Refleja la forma en que el chakra del corazón nos ayuda a mantener el equilibrio en nuestras relaciones y en la vida.

Chakra del corazón subdesarrollado :

Un chakra del corazón subdesarrollado puede manifestarse en forma de cierre emocional e incapacidad para abrirte a los demás. Puedes sentirte aislado, distante o tener miedo de comprometerte en relaciones profundas. La falta de amor por ti mismo y por los demás puede conducir a la desconfianza, la falta de compasión o incluso a sentimientos de rencor. Físicamente, esto puede provocar problemas respiratorios, tensión en el pecho o una disminución de la resistencia inmunológica.. 

Chakra del corazón equilibrado :

Cuando el chakra del corazón está equilibrado, sientes un amor incondicional por ti mismo y por los demás, al tiempo que mantienes límites saludables. Existe una armonía natural entre dar y recibir amor, sin expectativas ni dependencia. La paz interior y la compasión se manifiestan en tus relaciones, permitiéndote actuar con amabilidad y empatía sin dejarte abrumar por las emociones de los demás. Un Anahata equilibrado también favorece la salud del corazón y los pulmones, así como una respiración fluida, señal de una buena circulación de la energía vital..

Chakra del corazón sobredesarrollado :

Un chakra del corazón sobredesarrollado puede conducir a una dependencia emocional excesiva o a una necesidad constante de validación y amor por parte de los demás. Puedes involucrarte demasiado en los problemas de los demás, hasta el punto de olvidar tus propias necesidades emocionales. Existe el riesgo de un apego excesivo o de un deseo constante de complacer, a menudo en detrimento de tu propio bienestar. Esto también puede traducirse en una tendencia a la hipersensibilidad emocional o a la sobreprotección de las personas que te rodean.